Desde los primeros tiempos del Neolítico los agricultores pendientes del cielo en sus labores agrícolas y ganaderas sabían que en el estrellado cielo de Europa, señalando en la noche el Camino que desde Oriente hasta Occidente realizaba durante el día el Sol, había un Camino escrito a lo que llamaban la Cabuxiña o la Vía Láctea. El Camino de San Andrés de Teixido y de Santiago de Compostela, ruta hoy llamada Camino Francés o de Santiago, que recorren caminando hasta los Finisterres Atlánticos de Galicia los peregrinos, tiene un común antepasado transitado tanto por griegos como por bárbaros llamado Camino Heracleo en recuerdo del mítico Camino que el solar Hércules haría hasta Iberia y el Atlántico.
Aristóteles ofrece relevantes detalles de este Camino del Sol, o de Hércules, con su infraestructura de protección a cargo de los propios aldeanos, apuntando incluso una garantía penitenciaria “internacional” con severos castigos a los que ultrajaran a los peregrinos. Afirman – dice el filósofo- que desde Italia hasta el país Celta y los Celtolígios e Iberia, hay un Camino llamado Heracleo o de Hércules, y sí por el camina un griego o nativo, es protegido por los que viven cerca, para que no sufra ninguna injusticia, y que exigen el castigo contra aquellos por obra de los cuales padezca la injusticia”. Aristóteles De mirabilibus auscultationibus 85 (Ex La. Pena 2005).