Recuerdo a mis ocho o nueve años, aquel día de la rosa y el libro en Catalunya, los profesores me llevaron junto a mis compañeros a la biblioteca del colegio a colorear sobre una gran tira de papel una rosa, un dragón, un caballero y una dama. La historia de Sant Jordi. La biblioteca era un lugar muy confortable y siempre era de mi agrado estar allí. Mientras pintábamos tumbados en el suelo los enormes dibujos, de fondo se oía una canción, una hermosa canción que grabé todo lo bien que pude en mi joven mente. Me cautivó a mis poquitos años y la retuve otros tantos. Siempre que escasa vez lograba escucharla me quedaba pensativo. Transcurriendo los años no volví a saber nada de aquella canción, lo único que recordaba era una pequeña parte de su estribillo que la asociaba a mi infancia y aquella historia; hasta que una tarde, volviendo a casa en un Taxi, el conductor tenía puesta una música muy agradable, empecé a escucharla y encontré los acordes y la melodía de aquella canción, al momento le pregunté por el nombre de ese tema, cogió la caja del disco y me contesto: Luar na Lubre, O son do Ar. Al fin! Me alegré, a los pocos días me compre un recopilatorio de todas vuestras canciones donde figuraba esa, lo curioso de la historia es que el día en que volvía a casa en el Taxi, era Sant Jordi, volvía con una rosa para dársela a mi mujer. Así fue como conocí sin saberlo durante años a Luar na Lubre.
J.Pablo Barranco