O Son do Ar en Edimburgo

En primer lugar, como os dirán casi todos, me encanta vuestra música. Aunque no soy Gallego, es una tierra que amo porqué viví los primeros años de mi vida en Cangas de Morrazo, y he vuelto muchas veces por motivos profesionales (soy Marino Mercante), de placer, o ambos.

Os cuento la pequeña batallita de cómo os descubrí: Me encontraba en Barcelona trabajando, cuando las cosas fueron mal y me despidieron. No sabía qué hacer, y como tántos jóvenes españoles (más de lo que la gente cree) emigré a Edimburgo con el fin de aprender un poco mejor inglés y olvidarme de los malos tragos pasados en Barcelona.

Al llegar, un día gris y lluvioso, la ciudad me pareció preciosa, fue como trasladarme a un cuento de hadas, si existe algo sobrenatural, parece que me dió “buenas energías”… me alojé el primer día en el salón del pequeño pisito de un amigo, pues no tenían habitaciones libres. En el salón había un viejo aparato de música en el cual sonaba “O son do Ar”, y sinceramente, también me dió buena energía, hasta el punto de que cada vez que pienso en esa maravillosa ciudad y ese gran país, suena esa canción en mi cabeza y recuerdo los buenos tiempos que pasé allí como “emigrante semilegal”. Para mi Edimburgo fue un renacer, simbolizado por vuestra música. A partir de ahí mi vida cambió por completo, y vuestra música no me falta allá donde vaya, pues cada vez que la escucho parece que huelo a la humedad verde de Escocia, a los amigos que dejé allí, a los duros pero buenos momentos en esas tierras al fin y al cabo célticas….

Diego Navamuel